Cuando recorría diferentes preescolares para mi hija, visité uno donde pude observar a los niños jugando en el patio. Mientras subía por la escalera en el tobogán, un niño accidentalmente pisó el dedo de una niña y ella comenzó a llorar. Lo que pasó después me dejó asombrada.
El niño, que tenía 3 años, se acercó a la niña, la miró a los ojos y le preguntó: «¿Estás bien? ¿Puedo traerte una toalla húmeda?»
Ella se secó las lágrimas, negó con la cabeza y ambos volvieron a jugar.
Miré a la directora de preescolar, como diciendo, eh, ¿qué fue eso?
– No hacemos que los niños digan ‘lo siento’ – me explicó ella. La palabra no significa mucho sin una acción para ayudar a mejorar las cosas.
Fue muy diferente a lo que estaba acostumbrada a ver entre los padres, quienes tienden a forzar las disculpas de sus hijos por cada choque accidental, golpe, o derribo de una simple pieza de Lego. Por lo general, le dirigen una mirada dura al niño y le dicen: «Hey, ¿cómo se dice?». Entonces, cuando el niño murmura un «perdón» robótico, ¡todo está bien! ¡Modales! ¡Les estamos enseñando!
Pero ese comportamiento podría casi no tener sentido, escribe Heather Shumaker en su libro titulado «Está bien no compartir y otras reglas renegadas para criar niños competentes y compasivos«.
A los niños les encanta la palabra «lo siento», explica Shumaker, ya que mágicamente los libera del problema. «Es un poco como enseñar a los niños a ser conductores que atropellan y arrancan», dice. El problema con la solución del «lo siento», es que muchos niños pequeños, digamos en edad preescolar, no han alcanzado una etapa de desarrollo moral en la que realmente sean capaces de sentir arrepentimiento, por lo que los padres pierden una oportunidad clave para enseñar verdadera empatía.
Cada niño es diferentes – puedes tener un niño que madure antes – pero la mayoría de los niños simplemente carecen del desarrollo emocional y cognitivo para sentir remordimiento en etapa prescolar. El remordimiento requiere la capacidad de ponerse en el lugar de otra persona y comprender completamente la causa y el efecto. Estas habilidades aún están surgiendo en niños pequeños. Esperar que digan «Lo siento» no les enseña nada más que una mala secuencia: patear, decir «Lo siento», seguir. En cambio, los padres pueden ayudar a los niños a desarrollar compasión moral al explicar que sus acciones tienen consecuencias, mostrándoles que pueden hacer algo para mejorar las cosas y modelando formas de usar la palabra «lo siento» de forma significativa.
Para los accidentes del día a día, Shumaker ofrece estos pasos:
– Traer al niño cerca: A veces, cuando los niños creen que están en peligro, huyen, explica Shumaker. Si esto sucede, puedes rodear al niño con un brazo y decir algo como «Necesitas volver aquí. Callie se lastimó. Incluso si no quisiste hacerlo, se lastimó y tienes que volver».
– Dígale al niño que causó el accidente lo que sucedió, y sea específico: Incluso cuando lo que sucedió parece obvio, es necesario aclararlo para un niño pequeño. Indique los hechos. «Tu carrito de compras pasó sobre su dedo del pie». «Tu mano golpeó la taza de agua derramándola sobre su pintura». «Estabas bailando y tu brazo le golpeó la cara».
– Describe lo que ves: Examinar los hechos ayuda a los niños a desarrollar empatía. Enfatice las consecuencias de sus acciones para el otro niño (o adulto) y sea específico: «Mira, está llorando. Hay un arañazo en su brazo. Le debe doler».
– Sea un modelo de empatía para el niño lastimado: Pregúntele al niño: «¿Estás bien?»
– Ayúdele a tomar acción: Mientras los niños pequeños no pueden entender completamente el remordimiento, son muy buenos para tomar acción. Pueden correr para agarrar un parche curita o una compresa de hielo, o ayudar a limpiar el desastre que hicieron. Ayúdalos a asumir la responsabilidad.
– Ser un ejemplo de alguien que se disculpa en su propia vida: Eventualmente, queremos que los niños aprendan a decir «lo siento». Pero en lugar de obligarlos a decirlo, es más efectivo que les demos el ejemplo, diciendo «lo siento» cuando nosotros nos equivocamos. Solo asegúrate de que tus propias disculpas sean sinceras. Eso significa, reconocer las consecuencias de tus acciones y tomar medidas para mejorar las cosas. Por ejemplo: «Lo siento, olvidé traer tu oso de peluche a la escuela y lo extrañaste durante la siesta. Lo estoy anotando en mi lista, así que lo recordaré la próxima vez».
Siguiendo estos consejos, pronto los niños dirán «lo siento» de forma espontánea, y lo dirán porque realmente lo sienten.